lunes, 15 de agosto de 2011

CRÁTILO O DEL LENGUAJE, VÁZQUEZ PATIÑO CARMEN YAZMIN

Vázquez Patiño Carmen Yazmin.
Teorías de la comunicación I
15-08-11
Crátilo o del lenguaje
El apartado de la obra Diálogos de Platón titulada Crátilo o del lenguaje nos habla acerca del origen de los nombres. La obra escrita justamente en forma de diálogo, cuyos personajes son Sócrates, Crátilo y Hermógenes, se basa en la incógnita del porqué las cosas se designan con tal o cual nombre. Platón nos cuenta que las cosas y los seres no dependen de nosotros sino que tienen una esencia fija y estable. Además nos plantea que no podemos ir en contra del orden natural de las cosas.
Los hombres han buscado las respuestas a las incógnitas más simples de la vida. Desde la más simple pregunta del porqué el cielo es azul, hasta una pregunta un poco más complicada como el porqué existimos en este mundo. Todo esto se resuelve en una comparación entre la verdad y lo falso, pero ¿cómo saber cuál es la verdad?
Durante toda la historia de la humanidad el hombre ha sentido la necesidad de saber sus orígenes. Se ha dado a la tarea de buscar la razón de su existencia. Para ello han existido distintas visiones que abordan el tema de la vida desde su propia lógica. Pero para muchos la vida es como la pinta Calderón de la Barca, es un sueño y los sueños, sueños son. Y no podemos quedarnos sin darle un sentido significativo, que nos llene por completo y nos mantenga satisfechos. El significado de la vida no basta con tan sólo unas cuantas palabras, conlleva varios significados dentro de sí.
Para saber qué es la vida tenemos que saber qué significa la muerte. No podemos hablar de la vida si se ha muerto, y no podemos hablar de la muerte si no se ha vivido. La vida sólo es un proceso al igual que la verdad, todo es parcial, fragmentario. Podemos vivir sin comprender las cosas, pero no podemos comprender las cosas sin vivir. El mundo no es para gente pasiva, hay que estar más allá de la mentira, aunque “la incapacidad de mentir está aún muy lejos de la mentira” . Lo que nunca se pregunta, nunca existirá.
La religión y la metafísica nos dicen que la vida nunca se acaba que, como pasa con la materia, sólo se transforma. Nos dicen que existe la vida después de la muerte. Sin embargo, la vida no es una cosa tangible, no es una cosa palpable, por tanto no podemos hacer un experimento con ella para saber si es real lo que la religión y la metafísica revelan.
Sabemos que para mantenernos vivos son necesarios nuestros órganos, el palpitar de nuestro corazón, el oxígeno recibido por los pulmones, el alimentarnos y zacear nuestra sed, y así podemos ir alargando la lista, no obstante podemos estar biológicamente vivos sin saberlo o sin sentirlo. La realidad es que debemos contar con una consciencia que nos diga si estamos vivos o no. Debemos saber distinguir la verdad de la mentira, lo real de lo ficticio, el amor del odio. Necesitamos saber qué es el poder, qué es la ciencia y qué son los conocimientos.
El tiempo es una medida, no es algo tangible. La vida se mide con el tiempo respecto a su duración. Pero el hombre es la medida de todas las cosas, tenemos la capacidad de conocer y conocer significa amar. Nosotros no somos el presente, el presente es eterno.
Por naturaleza todos los hombres desean saber. Anhelamos llegar a la verdad. Pero “no puede haber verdad en donde no se permita la libre y vigorosa crítica” . Muchas veces, al querer hacernos conciencia de la realidad, terminamos predisponiendo ‘nuestra verdad’ y no ‘la verdad’. Juzgamos las cosas sobreponiendo a la razón como única culpable. Terminamos diciendo que “todo lo racional es real y todo lo real es racional.” Verdad ha sido y es un concepto utilizado con frecuencia, tanto en el ámbito académico como en la vida cotidiana. Pero es en el ámbito de la Filosofía donde adquiere una especial relevancia.
Como ha ocurrido con todas las palabras, también la palabra verdad ha cambiado su significado con el paso de los siglos. Para saber qué es lo que quiere decir un filósofo o científico cuando lo utiliza es necesario ubicar al autor en su contexto histórico y al concepto verdad dentro del contexto total del pensamiento del autor de que se trata.
Los primeros filósofos ponían la responsabilidad de las cosas que los sorprendían y los fenómenos inexplicables a seres sobrenaturales, dioses que se pensaba que existían. Después, comenzaron a pensar que cada persona tenía una doble existencia, un alma espacial que abandonaba el cuerpo al morir. La filosofía se fue desarrollando y se comenzó a creer que esa alma espacial tenía inmortalidad, lo llamaron espíritu y dijeron que tenía una posible vida fuera de la materia. Fue así como periódicamente se comenzaron a crear distintos métodos para explicar los fenómenos de la vida.
Para los griegos la verdad era sinónimo de desvelación o desocultamiento. Al pensar que la verdad consiste en una desvelación , automáticamente nos hacen ver que entienden que el carácter fundamental de la verdad es el logos ; que las cosas en cuanto verdaderas poseen una estructura racional e inteligible. Los griegos pensaban que la verdad, así como todo lo que nos rodea, ya existía desde siempre; sólo habría que descubrirla y sacarla a la luz. Es así como a lo largo de la historia se han ido construyendo todo tipo de teorías para explicarse la verdad y la realidad en el tiempo.
Según Platón y Aristóteles lo verdadero es lo que permanece, lo inmutable, lo que siempre es de la misma manera. La verdad es la idea o la forma que se halla oculta tras el velo de la apariencia. El conocimiento no se adquiere, ya se nace con él; sólo hay que descubrirlo. En palabras de Santo Tomás de Aquino, decir que algo es o decir que algo es verdadero es lo mismo; esto considerando que en relación con el intelecto, todo ente es verdadero. Por tanto, la realidad de la ciencia radica en su certeza.
Aristóteles pensaba que la investigación científica comenzaba con el conocimiento de que suceden ciertos fenómenos, o de que coexisten ciertas propiedades. “La explicación científica sólo se consigue cuando se deducen enunciados sobre esos fenómenos o propiedades a partir de los principios explicativos” . Según su método inductivo-deductivo, se debe comenzar por la observación de un fenómeno en particular; posteriormente se induce , a partir de otras observaciones, la causa de tal fenómeno mediante principios explicativos.
Lo anterior, tomando en cuenta que según Aristóteles “toda cosa particular es la unión de materia y forma. Materia es lo que hace que un particular sea un individuo único, y forma es lo que hace que un particular sea un miembro de una clase de dos similares” . Todo esto para llegar a la etapa final del método que es la deductiva en donde el científico habrá pasado desde el conocimiento de un hecho hasta la comprensión de por qué este hecho es como es.
Para el caso de Descartes todo lo anterior queda sumergido en lo irracional. Él se dedicó a analizar la realidad y encontró que existen más motivos de duda que de certeza, por lo cual se propone investigar a fondo la cuestión, a fin de determinar si hay algo verdadero en el mundo y, en caso contrario, al menos tendrá la certeza de que no hay en absoluto ninguna verdad. El método (entendiendo por método el camino a seguir para llegar a la verdad) que se propone aplicar se basa en la duda. De modo que considerará falso todo aquello en lo que se encuentre el menor motivo de duda; sólo que no se trata de que Descartes se convierta, por este hecho en un escéptico; se trata de la llamada "duda metódica".
Así que podemos encontrar en la teoría de Descartes una cierta similitud al pensamiento de Poincaré, quien dice que no podemos tener enteramente la certeza de que algo es verdadero porque las sensaciones que una persona tiene sobre una cosa no serán las mismas que otra persona experimente hacia la misma cosa, “las sensaciones de otra persona serán un mundo eternamente cerrado para nosotros” . Entonces, asumimos que no existe una objetividad pura y lógica para darle una explicación a las cosas y así poder llegar a una verdad absoluta, “lo que nos garantiza la objetividad del mundo en que vivimos es que ese mundo nos es común con otros seres pensantes” .
Pero si tomamos en cuenta las palabras de Poincaré que aluden a la inexistencia de la objetividad , estaríamos rechazando la postura de Alan Chalmers acerca de lo que es la ciencia, ya que dice que “el conocimiento científico es conocimiento fiable porque es conocimiento objetivamente probado.” Dice que la ciencia se basa en lo que podemos ver, oír y tocar; por tanto la ciencia es objetiva.
Con esto podemos entrar a una crítica hacia los filósofos y científicos que niegan verdades tan obvias como la de la misma existencia del mundo externo, la de otras mentes y de la realidad del tiempo. En todos y cada uno de los campos del pensamiento, la cuestión primordial que se nos presenta es la de saber cómo discernir lo verdadero de lo falso.
Kant desarrolló un eficaz y convincente argumento contra todas las interpretaciones que, en términos de una superior realidad yacente tras el orden de la naturaleza, se afanan de facilitarnos una respuesta que es sumaría a todos los problemas de la vida existencial. Sostiene que si estamos inculcados en la idea de que el hecho mismo de la existencia constituye un misterio, no tardaremos en andar buscando una explicación trascendental de algo situado más allá de la existencia; por tanto, no tardaremos en caer en manos de una explicación metafísica.
Nuestro autor nos pone a la vista mediante Sócrates que el nombre es un instrumento de la lengua y que cada uno tiene una naturaleza propia, “el nombre es un instrumento propio para enseñar y distinguir los seres.” Por lo que no es un objeto del que se pueda hacer uso indiscriminadamente.
Lo anterior quiere decir que no se puede nombrar a alguna cosa arbitrariamente, sino que debe de existir una convención social para que se pueda reconocer universalmente el significado, esto según la opinión de Hermógenes.
Desde el comienzo del texto Platón trata de mostrarnos la inclinación de Sócrates ante la postura naturalista que plantea Crátilo. Mediante las interrogantes de Sócrates hacia Hermógenes se demuestra que es más factible la teoría naturalista que plantea Crátilo debido a que es más fácil insinuar que la madre naturaleza es la causante de todo en lugar de pensar que las personas se tuvieron que poner de acuerdo para lograr una convención, un acuerdo.
Sócrates pone en contradicción a Hermógenes con sus propios argumentos y lo confunde para que caiga en su juego. Conforme va transcurriendo la historia Sócrates convence cada vez más a Hermógenes acerca de la teoría naturalista además de que lo hace oponerse a su propia teoría convencionalista.
El nombre simplemente es un instrumento de la lengua, que en palabras de Platón sería que “después de haber encontrado el instrumento naturalmente propio para cada género de trabajo se debe echar mano de los materiales que se presten a ello, no según su capricho, sino según los que ordena la naturaleza.”
De acuerdo con nuestro autor los nombres pueden tener la cantidad invariada de vocablos mientras que para todos signifique un mismo concepto, “con tal que, conformándose a la idea del nombre, dé a cada cosa el que la conviene, poco importan las sílabas de que se sirva.”
Sólo que “la institución de nombres no es tarea para cualquiera.” No todos pueden hacer uso indiscriminado de los nombres, no le podemos llamar perro a lo que es un caballo y viceversa. “Los seres que nacen según la naturaleza deben ser llamados con los mismos nombres que aquellos de quienes preceden.”
Los nombres según Platón son propios para cada ser, se adecúan a la esencia y forma de ser de las cosas, “los nombres no son producto de la casualidad sino que tienen alguna propiedad natural” Todo depende del significado de las palabras y del origen inmediato de éstas.
Además de que los nombres no precisamente son propios, sino que un mismo nombre que tiene su significado asignado por su propia esencia se puede entender por convención como una cosa y por uso como otra, es decir, para un mismo significado pueden existir distintos significantes como en el caso de los nombres de personas.
“A través de un paralelismo muy estrecho -y muy del gusto de Sócrates- con la acción de tejer (y otras actividades artesanales), el instrumento, el artesano que lo emplea y el fabricante que lo construye, se llega a la conclusión de que la acción de nombrar tiene un instrumento, que es el nombre, un artesano, que es el dialéctico, y un fabricante, que es el legislador-nominador.”
Pero sin duda alguna sólo esas son las cosas que se pueden asegurar en todo el texto, debido a que los personajes defienden posturas con buenos argumentos pero ninguno de ellos puede comprobar, con algo más concreto que las palabras, que lo que dicen en realidad pasó dado que ningunos de ellos estuvo en el momento preciso en que se construyeron las palabras, ni tampoco existe un documento o algo parecido que nos diga la verdad de lo que ocurrió.
La única prueba que pueden presentar Sócrates y Crátilo son las palabras etimológicas que formaban parte del lenguaje griego, mismas que fueron utilizadas como base para ir creando más palabras. Lo único que nos explican bien es que existen ciertas palabras base, con un significado en particular, que al mezclarse con otras van creando nuevas palabras y por lo tanto nuevos significados.
Sócrates nos explica que los nombres son locuciones que se expresan con vocablos simples y que cada uno por separado tiene un significado particular que al mezclarse con otros vocablos producen otros nombres diferentes al que ya existí en principio.
“Sócrates ha sentado una base racional para la teoría naturalista, pero sabe que con ella ha sembrado la semilla de su destrucción, y, desde el principio, deja ver su des confianza frente a ella: «parece ridículo que se hagan manifiestas las cosas mediante la imitación por sílabas y letras... lo que yo tengo oído sobre los nombres primarios me parece completamente insolente y ridículo».”
Una de las cosas que también sostiene Sócrates es que hay nombres que tienen significados que no precisamente van de acuerdo a la personalidad de la gente. No puede justificar que los nombres propios con los que algunas personas cuentan sean sólo por agrado de los padres y no precisamente porque los padres los escojan de acuerdo a la personalidad de cada uno de ellos.
Podría parecer que el diálogo de Crátilo trata de el problema del lenguaje, pero en realidad trata del problema del origen de las palabras, de los nombres. En realidad ninguno de los personajes tiene la absoluta seguridad que las teorías que plantean son las verdaderas.
Mientras que tratan de argumentar sus teorías, de lo único que están seguros es de que este problema que da inicio a sus incógnitas sólo puede resolverlo uno o algunos sofistas. Lo único que se pasan argumentando de verdad es el hecho de que cada nombre tiene un origen etimológico y que si no hay registro de quién tomo la decisión de escoger los nombres para cada cosa, entonces deben de tener un origen natural y no convencional.
El origen de los nombres, y no sólo de los propios, es muy lejano y desconocido dado que no se sabe de principio quién propuso la etimología de cada palabra. Además de que sabemos de ante mano que el origen de los nombres no sólo deriva del griego sino también de latín y otros idiomas.
“El Crátilo no es un estudio del lenguaje en su estructura y funcionamiento. Es un debate sobre la validez del mismo para llegar al conocimiento. Tampoco hay a que buscar en él, por consiguiente, una indagación sobre el origen, como se ha hecho a veces. Desde el principio mismo del diálogo, queda suficientemente claro que el verdadero tema es la orthótés(«rectitud» o «exactitud») del nombre.”
Tanto Crátilo como Hermógenes sostienen que los nombres son exactos. La diferencia estriba en que para Hermógenes lo son todos por convención y para Crátilo lo son por naturaleza, o ni siquiera son nombres sino meros ruidos.
El juego en el que caen Sócrates y Hermógenes sólo es un cuestionamiento que se alarga conforme más elementos se van añadiendo a la plática, pero de alguna forma no los llevan a ningún lado. Lo único que se logra en la plática de es convencer a Hermógenes de que la teoría que más se acerca a la realidad es la naturalista aunque esta no es una solución factible puesto que es una respuesta mucho más complicada de comprobar.
Dentro de la conversación también se discute acerca de los discursos verdaderos y falsos. Claro que existen los discursos tanto verdaderos como falsos, y esto se puede reconocer mediante los argumentos justos y convenientes, pero sin duda hasta para los hechos naturales existe una explicación que argumenta los fenómenos que ocurren en ella.
Lo que quiere decir Platón con el diálogo de Crátilo es que el principio de la razón de los nombres se da primero por nuestro pensamiento que se expresa a través de una necesidad, después se busca el nombre adecuado según su significado y su uso. Al final se obtiene un nombre que podrá ser identificado universalmente a pesar de que se le agreguen más vocablos o palabras, ya que lo que evoluciona es la palabra más no el concepto.
Definitivamente Platón nos envuelve en una serie de incógnitas que al final del texto no nos llevan a ninguna respuesta definitiva. La conclusión de todo este discurso acerca de la realidad, la verdad y el origen de los nombres es que no se podrá asegurar el verdadero origen (naturalista o convencionalista) hasta que se comprueben mediante estudios más especializados. Cuando se busque más a fondo entre las hojas del pasado, todo esto para poder votar a favor de alguna de las dos teorías planteadas.












BIBLIOGRAFÍA
• Lewis John, Ciencia, fe y escepticismo, Ed. Grijalbo, México D.F, 1969.
• Pérez de Laborda Alfonso, Sobre quién es el hombre, una antropología filosófica, Ediciones Encuentro, Madrid, 2000.
• Losee John, Introducción histórica a la filosofía de la ciencia, Alianza Universidad, Madrid, 1991.
• Nietzsche Friedrich, Así hablaba Zaratustra, Valladolid, Editorial Maxtor, 2007.
• Platón, Diálogos de Platón, Ed. Porrúa, décimo novena edición, México 1981.
• Poincaré Henri, Filosofía de la ciencia, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México, 1981.
• http://www.cayocesarcaligula.com.ar/grecolatinos/platon/cratilo/cratilo_intro.html, consultada: 13-08-11