miércoles, 16 de noviembre de 2011

Vázquez Patiño Carmen Yazmin.

Teorías de la comunicación I

28-10-11

Historia de la sociedad de la información

Armand Mattelart

La idea de una sociedad de la información ha estado dándole vueltas al mundo con concepciones un tanto alarmantes y falsas. Generalmente se suele ligar a la idea de que la tecnología, las máquinas, están para dominar al mundo y que algún día serán mejores que los humanos.

La idea no es tan equivocada, sin embargo cabe resaltar que el verdadero objetivo de la sociedad de la información es utilizar la tecnología como una herramienta para crear, manipular y distribuir información; formando así un papel importante en la sociedad, la cultura, la economía, pero sobre todo se le ha dado más un uso político y mediático, ya que según Mattelart el término tiene un concepto estratégico para permitir el estancamiento social.

Mattelart menciona que el concepto de sociedad de la información surge en primera instancia como motivo de cifrar el pensamiento utilizando números. De hecho a lo largo de su obra hace mención acerca de los algoritmos como base de los cálculos hechos dentro de las máquinas para que éstas puedan funcionar.

“Para Lebniz y sus contemporáneos, la búsqueda de métodos de cálculo más rápidos tiene a responder a las exigencias de la formación y del desarrollo del capitalismo moderno.”[1] Podría decirse que en la frase anterior se resume la verdadera idea sobre el tratamiento de la información. Precisamente se consume la idea de establecer una forma en que la informática se constituyera como disciplina autónoma para tener una mejor precisión en el cálculo del tiempo y el espacio, que a su vez se extenderían a controlar al ejército y la ciudad.

Entre más se fue desarrollando la sociedad en la era de la tecnología, más fue creciendo la ambición por controlar el mundo. Esto porque comenzaba a haber demasiada información que se concentraba, y se sigue concentrando, en manos de unos pocos. Y además como realmente la sociedad de la información es un concepto puramente estratégico y geopolítico, se comenzó a descontrolar el crecimiento del desarrollo de las nuevas tecnologías y la ambición de los pocos que tenían la posibilidad de tener en sus manos el poder de la información.

Poco a poco “la elaboración de escenarios de anticipación se convierte en un mercado”[2], en donde las grandes empresas se encuentran dispuestas a pagar por los servicios de los profesional prognosticators, los cuales eran realmente analistas especializados en las nuevas tecnologías y en las estadísticas que conformaban la comunicación matemática necesaria para organizar y levantar a las empresas con técnicas geopolíticas y preferentemente de expansión.

En realidad la información se ha cargado de las distintas ideologías que convienen a cada potencia, Estado o empresa, y que a su vez rigen en toda su esencia al mercado. Se constituye, entonces, una idea global y neoliberal del mundo.

Concluyendo se puede observar como Mattelart replantea que la sociedad no puede perder la esencia que la hace humana. A pesar de que pareciera que la comunicación sin barreras, sin límites y sin fin puede ser algo beneficiario para poder establecer contacto con el resto del mundo, sin embargo y sin darse cuenta, la sociedad se está deshumanizando y convirtiendo a la tecnología y la información en armas letales que se pueden volver contra sí mismos.

BIBLIOGRAFÍA

Mattelart, Armand. Historia de la sociedad de la información. Barcelona, Ed. Paidós, 2002.



[1] Mattelart, Armand. Historia de la sociedad de la información. Barcelona, Ed. Paidós, 2002, p. 19

[2] Ídem. p. 91

Vázquez Patiño Carmen Yazmin.

Teorías de la comunicación I

21-10-11

La moda

Introducción

La palabra moda tiene sus orígenes en el francés mode, que según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) significa uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país. Todo lo que tiene que ver con imágenes representativas de un paisaje cambiante, a lo que denominamos moda, surge junto con una sociedad que se encuentra en un mundo globalizado. Ésta sociedad en donde un gran conjunto de gente, que por su número puede influir en la marcha de los acontecimientos, es lo que denominamos masa.

Según Lipovetsky la moda representa la más pura manifestación de la organización de lo efímero [pasajero, de corta duración (RAE)]. Este mismo autor señala que en la esfera de la apariencia es donde la moda se ha manifestado con mayor brillo y radicalidad; sin embargo no se ha mantenido limitada del vestir.

Lipovetsky menciona que la moda no tiene contenido propio, sino que es una forma específica del cambio social. Es por esto mismo que una moda no está unida a un objeto en particular, sino que es ante todo un dispositivo social que se caracteriza por:

§ Una temporalidad particularmente breve

§ Virajes [cambio en las ideas, intereses, conducta, actitudes, etc. (RAE)] más o menos antojadizos

Todo esto pudiendo afectar muy diversos ámbitos de la vida colectiva, ya que al transformar ideas, intereses o conductas, se sabe si se ha entrado o no a la masa, además de que dentro de ella la sociedad se divide en categorías notorias como la edad, el sexo, la clase social, la cultura y los lugares o momentos.

Barthes y el sistema de la moda

Se sabe que para el semiólogo francés Roland Barthes todo sistema de significación, en este caso la moda, conlleva un plano de la expresión (E) y un plano de contenido(C), y que la significación coincide con la relación (R) de ambos planos. Esto mismo es visto por Saussure como la imagen acústica o significante (E), y la imagen conceptual o significado (C).

Vale la pena saber esto al momento de analizar el fenómeno de la moda, dado que el objeto de estudio de la semiótica es el signo en lo social, la moda funge como una representación (ósea un signo) y puede ser analizada desde ésta perspectiva.

Barthes también toma parte del postulado de Saussure cuando menciona que en el caso del vestido se puede dividir entre el vestido-imagen y el vestido escrito, que a su vez se puede comparar con el objeto representado y el objeto descrito. Esto se puede observar con mayor facilidad al oponer los conceptos con los cásicos de lengua y habla que propone Saussure.

Así se sabe que “la lengua es una institución, un cuerpo abstracto de restricciones; el habla es la parte momentánea de esa institución que el individuo toma y actualiza para sus necesidades comunicativas”[1]. En palabras simples la lengua es el sistema de signos (o el idioma en éste contexto) y el habla es la apropiación individual de dicho sistema.

En esta misma analogía se puede centrar que pertenecería entonces “el vestido a la forma estructural, institucional del vestido (la que corresponde a la lengua) y vestuario a esa misma forma actualizada, individualizada, llevada (la que corresponde al habla)”[2].

Se nota entonces que la moda como todo signo conlleva un significado (C) y un significante (E), y es por ello que es digna de interpretación. Como se mencionó antes la moda no es sólo sistema de un objeto como el vestido, sino se puede manifestar en diversos ambientes como los juegos, la música, las mascotas, los automóviles, y así una larga lista de sistemas de significación que, aunque no se note, han pasado a ser parte de un sistema mayor como lo es la moda.

Es así como la moda puede subdividirse en dos sistemas prioritarios que son el sistema del lenguaje y el del propio objeto significado, en donde ambos forman lo que significa el mundo en sí. A la vez que esto sucede se observa que surgen tres sentidos.

El primer sentido que Barthes hace resaltar es la denotación que simplemente lo que se observa del signo a simple vista, lo que se puede captar fácilmente con los sentidos, es el plano de la expresión (E) en relación (R) con el plano del contenido (C). El segundo sentido que le da Barthes al signo (la moda) es la connotación, que son los contenidos adicionales que adquieren los mensajes mediante los signos con base en sus usos y sus contextos, es el plano de la expresión (E) en relación con el plano de contenido (C) en relación con el contenido (C).

Por último éste semiólogo reconoce en el signo un tercer sentido que está constituido por un código extralingüístico, es lo que cada autor o creador de un signo quiere transmitir a los receptores. Este último sentido es la sustancia intangible que predomina en el signo tan complejo que lleva por nombre el de la moda.

Es así como un objeto, que en sus inicios surge como un artículo de necesidad (ya sea vital, de identificación o de placer) se convierte en un signo que se sistematiza para crear un modo o un estilo de vida efímero. En principio es inconsciente, pero no es hasta finales de la Edad Media cuando “es posible reconocer el orden mismo de la moda, la moda como sistema, con sus incesantes metamorfosis, sus sacudidas, sus extravagancias”[3].

El automóvil, de la necesidad a la moda

Al igual que pasa con el lenguaje, cada moda construye sus propios códigos con los que tienen que sentirse identificados los actores de tal sistema. Paul Yonnet considera al automóvil como “una gran creación de época, concebida apasionadamente por artistas desconocidos, consumida en su imagen, si no en su uso, por todo el pueblo que en ella se apropia de un objeto perfectamente mágico.”[4]

Como se mencionó anteriormente, el automóvil surge con una primera necesidad de transportarse a lugares retirados. Era en primera instancia un vínculo para llegar a lugares lejanos en un tiempo menor y con un bajo esfuerzo, que poco a poco se convirtió en un lujo y después en una moda que depende del modelo más reciente, puede ser más compacto o más rápido, pero siempre (como en todas las modas) por un corto tiempo, mientras sale otro más reciente, y con características adecuadas a ciertos estereotipos que unen a las personas.

“La renovación de las formas se convierte en un valor mundano, la fantasía despliega los artificios y sus exageraciones en la alta sociedad, la inconstancia en materia de formas y ornamentaciones ya no es la excepción sino regla permanente: ha nacido la moda.”[5]

Fue Nicolas-Joseph Cugnot, quién construyó el primer automóvil de vapor al que llamó Fardier, que comenzó a circular por las calles de París en 1769. Se trataba prácticamente de un triciclo que llevaba una caldera en la rueda delantera. En 1770 construyó un segundo modelo con el que se produjo el primer choque automovilístico; y para 1771 construyó una tercera versión que aún se encuentra expuesta en el Museo Nacional de la Técnica en París.

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Poco a poco se fueron construyendo nuevos y mejores modelos que rebasaban las capacidades de su antecesor inmediato. Y pronto se dejó de pensar en la necesidad que había surgido de primera intención, para pasar a preocuparse por hacer modelos cada vez más revolucionarios que entraran en la competencia comercial y que tuvieran características arquetípicas de la sociedad. Esto ocurrió alrededor de todo el mundo.

Año

Modelo

1771

Automóvil de vapor de Cugnot

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1886

Primer coche con motor de combustión interna de Karl Benz

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1888

Segundo coche de Marcus

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1908-1927

Ford modelo T

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1926

Austin 7 Box salón

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1934

Citroën Traction Avant

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1953

Morris Minor Series II

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1961-1975

Jaguar E-Type

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Si se observa detalladamente, los modelos fueron perdiendo la importancia técnica que hizo a sus creadores desarrollarlos como una idea renovadora para hacer más favorable la vida de los usuarios. Lo que se puede observar denotadamente es que los modelos se fueron creando cada vez más estéticos y más llamativos.

Esto propició que la sociedad adaptara patrones modisticos para conservarse en el reto de obtener los modelos más recientes. “Al igual que los objetos y la cultura de masas, los grandes discursos de la razón se hallan atrapados por la irresistible lógica de lo Nuevo, son arrastrados por una turbulencia que, si bien no es absolutamente idéntica a la de la moda en el sentido estricto del término, no por ello deja de ser análoga en sus principios.”[6] Claro está que se consideró notablemente a las categorías que derivan de la sociedad para poder modelar los diferentes automóviles.

Yonnet menciona que el efecto de la situación del automóvil en la era de los comienzos y de la rareza, funcionaba cuando a un comprador podía corresponder un solo y único coche, concebido según sus deseos, “un coche hecho a la medida”.

Y justamente esto pasaba cuando los autos no se producían en grandes series, sino que prácticamente se contaba con un modelo de auto repartido entre el mundo, lo que hacía parecer que el que lo poseía tenía el único. Este caso en particular ocurrió con el modelo DS de Citroën y sus antecesores.

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Hasta entonces la moda era obtener uno de los modelos limitados que se producían casi cada década o cada lustro. Pero esto cambió cuando Henry Ford inventó la producción en gran serie (1913-1914) “sistema fundado en las economías de los salarios e inventó así el automóvil como producto industrial masivo.”[7]

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A pesar de que el modelo de Ford no era tan ostentoso como el modelo de Citroën, había logrado impactar en las masas debido a que ésta producción de gran serie permitía a un sector más amplio de la sociedad adquirir un modelo de automóvil que los colocaba en la moda, en la vanguardia y sobre todo por un precio más accesible que los modelos que se había producido anteriormente. Se había vuelto, pues, “un objeto no creado por atistas desconocidos, sino industrialmente producido por asalariados.”[8]

“Roland Barthes, al examinar la industria más organizada y más significativa del siglo XX, sólo puede ver en ella artistas y obras condicionadas por el pequeño burgués.”[9] Sin embargo, algunos profesores y ciertos intelectuales manifestaron una acción de rechazo ante los modelos de lujo y una atracción por los modelos modestos (“el Citroën 2 CV, el tipo Renault 4”[10])…

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Citroën 2 CV Renault 4

…o por los móviles pequeños (“tipo Peugeot 104, Renault 5 sin lujo”[11])

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Peugeot 104 Renault 5 sin lujo

De hecho cuando se eligió la portada en 1970 del libro de Roland Barthes Mithologies se terminó por elegir el automóvil, el modelo Déesse; y es la misma la que ilustra el libro de Jean Fourastié Les Trente Glorieuses. Se muestra el automóvil como símbolo de un lujo, pero un lujo accesible. “Es además el símbolo de una sociedad que cree en el progreso, en las innovaciones y en la materialización de la inteligencia.”[12]

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El modelo Déesse atestigua una sociedad proyectada hacia el futuro, una sociedad capaz de vivir en el presente su futuro tecnológico y de aceptar sus riesgos.

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El nacimiento del consumismo de masas estalló con un problema de seguridad en el Chevrolet Corvair de la General Motors, lo que terminó ahogando al mercado de occidente y poniendo en el mapa de mercado a Japón con los Toyota.

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Chevrolet Corvair

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Toyota (1965)

Después de la producción en serie no se pueden distinguir claramente las modas dentro de los últimos cincuenta o sesenta años. Pero por medio de postales que han quedado registradas se puede notar que el fin de la década de los 50’s aún se encontraban de moda el 4 CV, el Fragata y el Peugeot 203.

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Década de los 70’s, se localizaba el Renault 5 y 12, Citroën GS y el Peugeot 504.

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Como se puede apreciar en éstas décadas perdidas en la homogeneidad, los automóviles de moda eran prácticamente compactos pero con cuatro puertas, a diferencia de los más antiguos. Se habían ido poniendo de moda conforme las necesidades de las masas, ahora la familia pequeña podía viajar conjuntamente en un automóvil más compacto y menos caro.

Fue para 1959 cuando la necesidad de encontrar una vivienda propia en medio de una sociedad cada vez mayor, obtuvo la oportunidad de poder adquirir las primeras casas rodantes con el modelo llamado Cetelem. Además de ofrecer un transporte les brindaban una vivienda en la que prácticamente se podían instalar en cualquier lugar.

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Poco a poco la moda fue ganando terreno del lado del fordismo por su famosa producción en serie, pero cada vez elevaban sus precios a fin de instalarse en el territorio de la clase alta. Es allí en donde entra una gama completa de automóviles para toda economía y todas las necesidades, además de que pronto propone la renovación de modelos anuales. El fundador es Alfred Sloan, por lo que a esta gama se le nombra sloanismo.

“Hoy en día ningún medio de transporte de pasajeros es tan masivo como el automóvil.”[13] Esto se nota ya que alcanza centenares de millones de automovilistas en las calles y carreteras, y esto a pesar de que se ha convertido en un acceso privado a la movilidad. Se podría decir que toda la sociedad está en posibilidad de adquirir un automóvil debido a la época en la que se encuentra, sin embargo eso no es posible debido a la economía que cada vez nos aleja más de la posibilidad de adquirir este “objeto mágico”.

Actualmente los modelos de automóvil que están de moda son los más lujosos, los más rápidos y los más cómodos; sin embargo como se había mencionado antes debido a la pésima economía se puede observar que la mayoría de los automóviles son los Chevrolet Chevette[14], debido a su bajo costo y la variedad de sus modelos.

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Conclusiones

Podemos establecer claramente que no existe una sociedad sin ideas y deseos comunes. La semejanza entre los miembros de una sociedad es la que permite establecer nexos entre éstos, hasta el punto en que Gabriel De Tarde ha llegado a afirmar que “la sociedad es la imitación”[15] y tanto la moda como la tradición son dos grandes formas de la imitación que permite la asimilación social de las personas.

En todas partes se dan fenómenos de inconstancia, y en todas partes se manifiesta el gusto y el valor por lo nuevo, lo novedoso. Es por ello que surgen las modas; por el gusto de pertenecer a la masa que consume y asume lo nuevo, pero que al mismo tiempo sufre la inconstancia que caracteriza a la moda y hace que sea efímera y vulnerable en el tiempo, es decir, que una moda puede regresar después de algún tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

· Barthes, Roland. El sistema de la moda y otros escritos. España, Ed. Paidós, 2003.

· Lipovetsky, Gilles. El imperio de lo efímero, la moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona. Ed. Anagrama, cuarta edición, 2010.

· Yonnet, Paul. Juegos, modas y masas. Barcelona. Ed. Gedisa, 1988.

· Wikipedia, la enciclopedia libre. Historia del automóvil, consultada de: http://es.wikipedia.org/



[1] Barthes, Roland. El sistema de la moda y otros escritos. España, Ed. Paidós, 2003, p. 35

[2] Ídem. p. 36

[3] Lipovetsky, Gilles. El imperio de lo efímero, la moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona. Ed. Anagrama, cuarta edición, 2010, p. 23

[4] Yonnet, Paul. Juegos, modas y masas. Barcelona. Ed. Gedisa, 1988, p. 181

[5] Lipovetsky, Gilles. El imperio de… Op. Cit.

[6] ídem. p. 270

[7] Yonnet, Paul. Juegos, modas y… Op. Cit. p. 182

[8] Ibídem.

[9] Ídem. p. 183

[10] Idem. p. 184

[11] Ibídem

[12] Idem. p. 185

[13] Ídem. p. 209

[14] Wikipedia, la enciclopedia libre. Chevrolet Chevette, tomado de: http://www.wikipedia.org

[15] Lipovetsky, Gilles. El imperio de… Op. Cit. p. 301